viernes, 27 de junio de 2008

Tengo que conseguir, mucha madera...


Lito Nebbia queria construir una balsa e ir a naufragar, no?
Podía haber venido al Latvia Midsummer camp!

Como se imaginan ustedes 5 días en las tierras indómitas de Letonia? Bueno, yo tampoco me los imaginaba así.

Los primeros dos días los pasamos en una especie de granja donde tenían unos animales más bien curiosos... unos animales que llaman. Sí, en este lugar a orillas del mar báltico, a kilómetros apenas de Rusia y de Finlandia, esta gente tenía llamas. Y por si eso les parece poco, llamas y camellos. Ironías de la vida, en Marruecos no vi un camello salvo en fotos, tuve que llegar hasta acá para verlos. Y también anduvimos visitando castillos, que muy lindos, pero vieron como es Europa, después de un tiempo todos los castillos e iglesias empiezan a parecerse.

El tercer día nos embarcamos en unas balsa de morondanga que, si las veía flotar, no hubiera creído que podían soportar cada una el peso de 20 personas (ver foto). Después de haber navegado en ellas, tampoco lo puedo creer. Ahora entiendo la desesperación de los náufragos, qué lenta es esta cosa! Nos llevó como 10 horas llegar a nuestra primera escala, donde acampamos e hicimos alta llamarada en torno a la cual bailamos y cantamos (y comimos y tomaron) para celebrar la llegada del verano (en estas latitudes es una celebración muy importante).

Al día siguiente teníamos un camino más largo por recorrer, y, adivinen qué, nadie se quiso levantar a las 7 para pasar 15 horas en los delerictos flotantes. Así que hicimos abandono (previa comunicación al propietario) y nos allegamos al pueblo más próximo de donde tomamos un ómnibus a la ciudad más próxima de donde tomamos un tren al lugar que teníamos previsto como siguiente escala y allí los por entonces escasos sobrevivientes acampamos... en la costa del río pero al costado de la ruta. Yo manifesté mi desacuerdo a tal cercanía con la civilización, pero por suerte no me hicieron caso porque llovió como la hostia y ahí pudimos guarecernos y hacer fuego y todas esas cosas abajo de un providencial puente. Yo no tenía ya cámara, pero pueden ver las fotos de un finlandés en http://stnz.fi/blog/

Y el último día, visitamos otro castillo, caminamos por el bosque, y siguieron tomando. Qué bárbaro, cómo toma la gente en este mundo. (Comentario al margen, en todo este lado de la tierra llamé por demás la atención por no tomar alcohol, es aparentemente algo incomprensible. Tuve que resistir reacciones del tipo: ser mirado como marciano, explicaciones de que mi “problema” era porque no había probado tal o cual bebida, ciertas miradas de disgusto incluso, compasión e innumerables intentos de convencerme de que me estaba perdiendo todo lo bueno de la vida). Pobres los vegetarianos, que difícil debe ser su vida. Y los veganos deben tener una tasa de suicidios (y asesinatos) altísima.

Y bueno, el último día, también, nos volvimos, digo para darle un cierre un poco más elegante.

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