viernes, 4 de abril de 2008

El sueño del avión propio.

Hacía tiempo que no viajaba en un avión tan vacío. Es evidente que la ingeniería milimétrica de las low-cost europeas está muy lejos de ser alcanzada por nuestras queridas (...) Aerolíneas Argentinas. De lo que no me puedo quejar es de falta de comodidad: duermo a mis anchas, (o mejor sería decir a mis largas), ya que muy anchos los asientos no son, en una fila de 4 asientos sólo para mí. Si vamos al caso, la fila libre completa se compone de 10 asientos, y eso sin contar los 10 que tengo adelante y los 10 que tengo atrás, todos ellos más vacíos que progra ma de televisión, y que lamentablemente no puedo ocupar también en razón de lo limitado, comparativamente hablando, de mis dimensiones. Y eso, por mencionar sólo algunos lugares que tengo a la vista, porque la verdad es que desde mi asiento no alcanzo a divisar ningún otro pasajero. Y si me estiro un poco, en todo este sector del avión veo 8 cabezas, señores. 8 pasajeros en un espacio que acomoda- acomoda a falta de mejor término- 100 bulliciosos pasajeros con toda tranquilidad. Me informa la tripulación que hay un total de 90 pasajeros de los 421 que este monstruo volador puede engullir en sus mejores días. Una eficiencia energética y ecológica que debería enorgullecer a nuestra aerolínea de bandera y a sus gerentes comerciales. Y para darle una nota de color todavía mayor, tengo aquí conmigo el diario Crítica de la Argentina (es el de Lanata, como se encargan de aclarar casi como parte del título) donde con la precisión que caracteriza a nuestro periodismo, perdón Malaka, dejan saber que a razón del paro del pasado día, este vuelo- y, sí, precisamente éste, Bue-Mad de las 8.30, así decía, estaba sobrevendido. Les juro. No tienen que creerme, vayan y busquen la nota sobre la crisis de AA.
Oh, veo pasar un colega pasajero, le voy a arrojar una bengala. Quizás esté perdido.

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